De la ternura infantil a la necesidad de un cubrecolchón

De la ternura infantil a la necesidad de un cubrecolchón

¿Quién no ha tenido una aventura de invierno? ¿Qué pasa cuando esa aventura se convierte en tragedia?, conoce la vivencia de nuestra bloguera del Container en este escarnecedor relato:

Érase una fría noche de invierno, la lluvia y el viento se escuchaban a lo lejos y me hacían pensar que pronto llegaría el momento de ir a la cama y de estar con quien ahí me esperaba. Tranquilamente me preparé para ese ansiado momento, me quité la ropa y me puse mi afranalado pijama, cuidadosamente lavé mis dientes y apliqué las cremas respectivas que me dieron la sensación de frescura que necesitaba. Caminé lentamente, apagué la luz y silenciosamente levanté la ropa para acostarme.

Ahí estaba ella, sí ella, la que podía calmar mi ansiedad, era mi hija de 2 años que dormía conmigo cuando su papá estaba de viaje, al acercarme y abrazarla sentí un tibio calor,  el que poco a poco comenzó a convertirse en algo más, una humedad que de un momento a otro me di cuenta que no eran lágrimas de emoción sino que pipí.

Desgracia total, tuve que secarla, lavarla y cambiarla, cuando miré la cama era un desastre y lo peor de todo es que no tenía puesto un cubre colchón ni nada que pudiera proteger la “inversión” que debía durarle por lo menos hasta los 15 años.

De verdad sentí ganas de llorar, pero digna como siempre, cambié las sábanas, sequé como pude, di vuelta el colchón y me acosté resignada a que la mancha no iba a salir jamás. Lección aprendida.

Esta historia habría sido diferente si hubiese tenido el cubre colchón Waterproof marca Saferest a prueba de agua, ya que habría evitado la mancha gigante (y de por vida) del colchón, habría evitado dar vuelta el colchón y para qué decir la impregnación de olores no muy agradables con las que tuve que tratar. ¡Que no te pase a ti!

Cubre Colchon Waterproof

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